El cincel vuela en la piedra,
acaricia el duro ser,
dibujando apresurado
los pechos de una mujer.
El artista pule y mira
a su sueño hecho granito
y con un beso en los labios
sella su amor infinito.
En las noches, a la Luna,
le suplica con pasión
que a su blanca roca amada
le regale un corazón.
El amante desespera,
el amor se hace dolor,
en las noches estrelladas
llora y gime una canción.
Con el tiempo transcurrido
el latir no se escuchó
y el artista enamorado
hecho piedra se durmió.
En un cuarto solitario
que la Luna iluminó,
dos siluetas que se abrazan,
se regalan mutuo amor.