Todo me une a ti...
el tiempo de esta vida,
tu melífera mirada en las noches de luna lenta,
el elíxir alquímico de tus labios,
el trazo estremecedor en tu lienzo tibio,
un pétalo de rosa arrancado por la brisa en primavera,
el voluptuoso desafío de tus formas delatadas por las sábanas,
el sol gigante del amanecer infinito,
el aroma campestre que fluye entre las ondulaciones desaforadas de tu pelo,
la mordedura furiosa del implacable destino,
el tacto excitante de las sílabas,
la provocación subliminal de tus gestos,
el látigo estrepitoso de los veloces días,
el rostro inmutable de los búhos en enero,
el rocío diamantino sobre el musgo de los árboles añejos,
la triste ternura de los bosques en otoño,
la sangre derramada en la pelea cotidiana,
el néctar salobre de tus ojos,
la vida de este tiempo.
Deseo seguir viviendo con la certeza de la existencia del puerto de tus labios,
donde puedo amarrar la fiebre vital de mis deseos;
donde el mundo deja de existir por un lapso casi eterno.
No puedo concebir mi vida sin tu vida,
ni el transcurso constante de los segundos,
sin saber que tu piel espera el roce flamígero de nuestros cuerpos.
Todo me une a ti...
porque el amor tiene tu cara
y el latir de mi corazón te nombra.