El cruel animal
se viste de muerte
con mimetizado atavío.
Incursiona en el bosque
en busca de presas
de inocente descuido.
Ya el cruel animal
se agazapa en la hierba
preparándose a dar el golpe letal;
sus ojos calculan
la precisa distancia,
su cuerpo se paraliza
ante la proximidad de la caza.
Un silencio profundo
cristaliza el momento,
se aproxima sigilosa
la sangrienta matanza.
La inocente víctima
deglute con inusitada bonanza,
allá en su guarida
la esperan con ansias.
El cruel animal calcula valores,
su objetivo final
tiene otras ganancias.
Qué destino innatural
el de la víctima y su vástago,
morirán por inmundas monedas
cuando el cruel animal
apague sus vidas
con el disparo fatal.