Biblioteca, amiga constante,
eres mi guarida encantada,
mi refugio a prueba de todo,
mi castillo habitado con hadas.
Llego a ti como a la orilla de un rió
en donde la sapiencia encuentra la calma.
Me pierdo en tu laberinto sombrío
rastreando la chispa deseada.
Todo viene hacia mí de repente,
en un torbellino de letras,
que atrapan en sílabas mi mente,
sumergiéndome en un mar de palabras.
La pregunta busca respuestas
en un cofre de papel profundo;
abriendo su tapa etérea
me apropio de tesoros fecundos.
Las ramas de la ciencia
alimentan mi alma,
de cada gajo cuelgan semillas
que mi ser consume con ansias.
En momentos de negra amargura
busco tú silenciosa morada,
acaricio tus corazones de hojas
que laten con estruendosas palabras.
Viajo seguro en mi trono,
pues en este recinto soy dueño
de todo el saber del universo
que la mente del hombre proclama.
Y sueño sentado en la silla
que mi mente todo lo sabe,
ya que con sólo alzar mi brazo
el conocimiento salta a mi palma.